La buena noticia es que con algunos cambios de hábito puedes disminuir considerablemente la aparición de estos sobresaltos al dormir. Estas son algunas recomendaciones prácticas:
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Evita la cafeína y la nicotina durante las seis horas previas a dormir.
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Apaga las pantallas (teléfono, tablet, TV) al menos 30 minutos antes de acostarte, ya que la luz azul inhibe la producción de melatonina, la hormona del sueño.
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Crea un ritual de relajación: un baño tibio, lectura ligera, meditación o respiraciones pausadas ayudan al cuerpo a entrar gradualmente en el estado de descanso.
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Establece horarios fijos para dormir y despertarte. Un ritmo regular fortalece el ciclo natural del sueño.
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Practica técnicas de respiración consciente o yoga suave antes de acostarte. Estas actividades ayudan a calmar la mente y facilitar que el cuerpo “baje revoluciones”.
La mejor estrategia es mejorar los hábitos de higiene del sueño —evitar estimulantes, mantener un horario regular, desconectarse de pantallas y relajarse— para reducir su ocurrencia. Y si se vuelve frecuente o se acompaña de otros síntomas, no dudes en hablar con un especialista.