Un hombre de 36 años sufría problemas del tracto urinario que fueron diagnosticados erróneamente como infecciones recurrentes. Durante siete años, nadie descubrió la verdadera enfermedad que se escondía tras estos síntomas aparentemente inofensivos: un cáncer devastador.
La señal de advertencia se ignoró durante demasiado tiempo.
Todo comienza con un síntoma que debería ser una señal de alarma: una sensación de ardor al orinar, acompañada de rastros de sangre en la orina.
Tras innumerables visitas al médico y un tratamiento antibiótico infructuoso, Gregory no obtuvo una explicación convincente. Los médicos siempre descartaron el problema como una simple infección urinaria leve. Incluso un examen exhaustivo, como una cistoscopia en 2022, no reveló ninguna anomalía.
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