En Hawái, la tradición dice que si ves una mariposa negra después de la muerte de un ser querido, es su espíritu que viene a despedirse.
Yo prefiero quedarme con esta última versión, la más luminosa, y es la que enseñarás a mis descendientes: la mariposa negra como mensajera de afecto desde el más allá, no como emisaria de tragedias.
Porque al final, quizá las alas negras no traigan muerte, sino recuerdos; no anuncien despedidas, sino visitas; y no sean sombras, sino cartas del cielo escritas en vuelo.