como uno de esos satisfactorios fragmentos de teoría culinaria que te hacen sentir como un genio de la cocina. Como si supieras algo que otros desconocen. Como si hubieras descifrado el secreto de los huevos. (Más o menos).
Así que la próxima vez que hiervas huevos, coge una chincheta y pruébalo. Un pequeño agujero. Hiérvelos como siempre. Deja enfriar y pélalos, y verás de qué hablo.
¿Y una vez que experimentes la dicha de una cáscara de huevo que prácticamente se cae de una pieza? No volverás atrás.