Aunque la ciencia no ha llegado a una única explicación definitiva, existen teorías sólidas que ayudan a entender por qué sucede:
Una de las explicaciones sugiere que cuando el cuerpo se relaja de forma muy rápida al quedarse dormido, el cerebro puede “interpretar” esa relajación repentina como una pérdida de control o de soporte corporal. Como respuesta, desencadena una contracción muscular, que se manifiesta como la sensación de caída.
Otra hipótesis toma como referencia nuestros antepasados: cuando dormían en condiciones inestables o vulnerables (por ejemplo en árboles o rocas), un reflejo para protegerse de una caída real podría haber quedado en nuestro sistema nervioso como un vestigio.
Es importante destacar que este fenómeno ocurre principalmente al inicio del sueño, no durante las fases más profundas. Esto fortalece la idea de que está ligado a la transición entre vigilia y sueño.