La custodia legal de la menor será transferida a la Sra. Carmen Morales, abuela paterna, de acuerdo con la propuesta de los servicios de protección infantil y la resolución provisional emitida el mes pasado. Un suspiro colectivo se escuchó entre el público. Marta no reaccionó, simplemente bajó la cabeza, con los ojos enrojecidos y los labios fruncidos. El juez continuó con voz tranquila. Finalmente, permítanme expresar una reflexión personal, algo común en esta sala. Victoria, a pesar de tener solo 4 años, pronunció la sentencia que resolvió todo el caso.
Papá está bajo el suelo de la cocina. No era una idea infantil, sino la verdad dicha por la voz más frágil. Salvaste a tu padre del olvido y te salvaste a ti mismo. Miró a Victoria. Gracias, Victoria. La niña lo miró y respondió con dulzura. Gracias por escucharme. Los medios estallaron tras el veredicto. Un gran titular apareció en la primera plana del país a la mañana siguiente: «Victoria. Justicia a través de la voz de una niña, Victoria Gómez, de 4 años, y el caso que conmocionó a Salamanca».
El informe de Santiago Varela detalló el desarrollo del caso, pero dedicó muchas páginas a un solo tema: el poder inconsciente y real del testimonio infantil. Una cita circuló ampliamente. Solemos decir que los niños no entienden nada, pero Victoria demostró que hay verdades que solo los más pequeños se atreven a decir porque aún no han aprendido a mentir. Mientras tanto, en el Centro de Detención de Mujeres de Salamanca, Marta Gómez fue trasladada oficialmente a la unidad de aislamiento número tres.
La agente Estela Robles, quien la había cuidado durante su prisión preventiva, le entregó sus pertenencias. Solo unas pocas cosas y una fotografía antigua. Marta tomó la foto de ella y Julián el día de su boda. Victoria ni siquiera había nacido. Se sentó durante horas con la imagen en sus manos, con los labios apretados. Estela se acercó en silencio y le dijo en voz baja: «Lo tenías todo: un esposo, una hija, un hogar, pero decidiste cambiarlo todo y terminaste perdiéndolo». Marta no respondió.
En la oficina de trabajo social de la ciudad, Carmen recibió oficialmente la custodia legal de Victoria. Firmó los papeles con manos temblorosas. El funcionario, Felipe Navarro, le entregó el expediente. Felicitaciones, señora. El tribunal ha aprobado su custodia permanente de Victoria. La niña será incluida en un programa de terapia a largo plazo y asistirá a una nueva escuela en una zona más segura. Carmen estaba tan emocionada que no podía hablar. Simplemente apretó la mano de Victoria con fuerza.
“¿Tienes alguna preferencia sobre la escuela?”, preguntó Felipe. Carmen pensó unos segundos y sonrió. “Un lugar con césped, sol y mucha pintura”. Dos semanas después, Victoria fue matriculada oficialmente en el Jardín de Infancia Nuestra Señora de la Paz, un pequeño colegio en un pueblo a casi 40 km de Salamanca, donde nadie sabía de su pasado. Allí, Victoria ya no era la hija de Marta Gómez ni la testigo del caso, sino simplemente una niña nueva en la clase. En su primer día, Victoria entró en clase con su osito de peluche, Pipo, en brazos.
La maestra María Eugenia se inclinó y preguntó con dulzura: “¿Cómo te llamas, cariño?”. Victoria respondió: “Y él es Pipo”. María sonrió con dulzura. Pipo también puede venir a clase contigo. Toda la clase rió alegremente. Victoria dudó, pero luego sonrió también. Por primera vez en muchos meses, sus ojos brillaron. En una sesión de terapia posterior al juicio, la Dra. Lucía Beltrán se reunió con Victoria de nuevo. Trajo un cuaderno en blanco. Hoy vamos a dibujar a las personas que te hacen sentir seguro, ¿te acuerdas?
Victoria asintió, concentrada con sus lápices de colores. Dibujó en silencio durante más de diez minutos. Al terminar, le mostró el dibujo. Era una Victoria anciana de pelo blanco abrazando a una niña y a un osito de peluche Pipo. A un lado, un hombre sonreía con un globo rojo en la mano. Lucía lo señaló. “¿Quién es?”, preguntó Victoria. “Papá”, respondió. “Papá viene a verme en sueños. Sonríe y me dice que ya no tenga miedo. Dice que soy la persona más valiente que ha conocido”.