Una cadera desgastada implica el desgaste del cartílago articular, el tejido protector que evita que los huesos rocen entre sí. Cuando este cartílago se desgasta o desaparece, la fricción provoca dolor, rigidez y, en ocasiones, inflamación: esto se conoce como osteoartritis de cadera (o artritis isquiática).
¿Cuáles son las principales causas?
Un conjunto de factores, a menudo interrelacionados:
Predisposición genética: algunas familias se ven más afectadas.
Sobrepeso: cada kilo de más aumenta la carga sobre la articulación.
Actividades físicas o deportivas repetitivas: el trabajo pesado o los movimientos repetitivos aumentan el desgaste.
Antecedentes de lesiones (fracturas, luxaciones) o enfermedades articulares como la poliartritis.
Señales de alerta
Rigidez matutina que empeora con el movimiento.
Dolor de cadera al caminar, subir escaleras o estar de pie.
Dificultad para ponerse los zapatos o agacharse.
Sensación de chasquido o crujido en la articulación. Dolor que se irradia a la ingle, el muslo o la rodilla.
Fatiga muscular, problemas de equilibrio, dolor nocturno o sensación de calor en la cadera.
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